La Federación Internacional de Periodistas (FIP) repudia la
situación de violencia generalizada en Centroamérica, una de las regiones con
mayores índices de asesinatos contra comunicadores, donde nueve periodistas han
perdido la vida en 2016 como consecuencia del crimen organizado y la
complicidad o indiferencia de las autoridades.
La FIP se hace eco de las dolorosas noticias que llegan
desde el centro del continente americano, donde en las últimas semanas ha
quedado expuesto el contexto de extrema peligrosidad en que se desempeñan los
trabajadores de prensa. Nueve periodistas han sido asesinados en la región en
2016: cinco en Guatemala, tres en Honduras y uno en el Salvador. A estas cifras
hay que agregar las decenas de crímenes cometidos contra defensores de Derechos
Humanos y activistas sociales, medioambientales y sindicales, tal como el que
tuvo por víctima a Brenda Marleni Estrada Tambito, asesora jurídica de la
Unidad Sindical de Trabajadores de Guatemala UNSITRAGUA – HISTÓRICA, asesinada
el 19 de junio.
Los nueve comunicadores que perdieron su vida en estos
primeros seis meses del año son: los guatemaltecos Mario Roberto Salazar
(director de la radio Estéreo Azúcar), Wiston Leonardo Cano Túnchez (locutor de
Radio La Jefa), Diego Salomón Esteban Gaspar (trabajador de Radio Sembrador),
Víctor Hugo Valdez Cardona (conductor de Chiquimula Visión) y el caso más
reciente de Álvaro Alfredo Aceituno López (director de Estéreo Ilusión); por
otro lado, los hondureños Marlon David Martínez Caballero (locutor de la radio
TopMusic), Dorian Hernández (fotógrafo freelance y ex productor de GRT Canal
31) y Elmer Cruz (conductor de un programa musical de un canal local);
finalmente, el salvadoreño Nicolás Humberto García (locutor de la radio comunitaria
Expresa, Voces al Aire).
“Este panorama se desenvuelve en un marco de intimidación
constante contra quienes tienen el deber de informar”, ha expresado el
presidente de la FIP, Philippe Leruth. “Cada vez que un periodista es asesinado
cumpliendo su deber de informar, una parte de la democracia resulta gravemente
dañada.
Muchas veces existe un vínculo entre los asesinatos cometidos y los
intereses de los grupos de poder económicos y políticos, que se ven seriamente
afectados por la actividad periodística, ya que esta actúa a menudo como un
anticuerpo de la sociedad contra las injusticias”.
Habitualmente los hechos de violencia, que van desde
amenazas hasta el asesinato, son cometidos por las redes del crimen organizado,
de las cuales las pandillas denominadas Maras son las más conocidas. Estos
grupos actúan al calor de la indiferencia y/o connivencia – explícita o
implícita - de las élites públicas y privadas, ya que son las grandes
desigualdades en la región las que han engendrado un clima de descomposición y
enfrentamiento social.
Para contrarrestar este clima es fundamental el ejercicio
libre del periodismo, sin censuras directas ni autocensuras inducidas por la
impunidad reinante, resultado de la deliberada inacción judicial y política
para investigar los ataques cometidos contra la prensa. Al contrario, la
respuesta corriente ha sido desligar los móviles criminales de las actividades
llevadas a cabo por los periodistas, incluso en casos donde eran investigados
temas sensibles como la corrupción, el narcotráfico, las gestiones
gubernamentales y conflictos sociales, por los cuales estos trabajadores ya
habían recibido amenazas.
La FIP, organización que representa a 600.000 periodistas en
todo el mundo, llama a las autoridades estatales a enfrentar la violencia
estructural que predomina en Centroamérica y, como primer paso, actuar con
celeridad y decisión para juzgar a los responsables de los crímenes cometidos
contra los comunicadores y los activistas en general.
"Sin un castigo a los culpables, el derecho a la
libertad de prensa y al acceso a la información quedan disueltos y la
democracia, gravemente disminuida", ha añadido Leruth.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario