lunes, 13 de julio de 2015

"Milenio" y los medios de información

Síntesis del Sindicato Nacional de Redactores de la Prensa  (SNRP)

A las jóvenes locutoras de Milenio las obligan a vomitar sapos, a repetir mentiras y exageraciones
Pedro Echeverría V.       

http://www.rebelion.org/noticia.php?id=200945&titular=%22milenio%22-y-los-medios-de-informaci%F3n-

1. Pienso que hasta los años 70 los escritores y periodistas fueron autodidactas, es decir, se hicieron por gusto leyendo, observando y cometiendo mil errores; a partir de los 80 comenzaron a salir del horno los títulos para ejercer y escalar en el mundo académico y del trabajo. Ningún periodista fue mejor o peor, unos más pensadores otros más pragmáticos; solamente recibieron en su momento lo que la sociedad pudo darles. Hoy quizá el 95 por ciento tiene título para ejercer, pero tanto viejos y jóvenes –para asegurar su empleo y sus ingresos- tiene que investigar, escribir o informar bajo las órdenes de la empresa. No es un asunto de decir “la verdad” sino interpretarla de acuerdo con la política empresarial. El que paga manda.  2. El telenoticiario de Milenio que descubrí hace unos meses en Internet –después que fue cesada Carmen Aristegui en su noticiario crítico y valiente por el gobierno de Peña Nieto- pensé que por nuevo y muy juvenil, podría ser menos peor que los noticiarios de Televisa, Tv Azteca o Tele Fórmula; sin embargo me bastó ver que quien lo dirigía es el mismo Carlos Marín del grupo Televisa para no confiar. Pues bien, las agradables locutoras: Magda, Tania, Azucena, Claudia, etcétera, siguiendo informaciones de la más baja calidad, las obligan por la empresa a vomitar informaciones contra los maestros de la CNTE, a entrevistas a personajes nefastos como X González, a perseguir noticias no edificantes y a desprestigiarse ante su público.

Aristegui, Jacobo, Vivó y Ferriz

Por Jorge Zepeda Patterson

http://www.sinembargo.mx/opinion/12-07-2015/36786

“Lo dijo Jacobo”, fue una muletilla utilizada durante décadas para confirmar un dato o bendecir un rumor; AristeguiNoticias es el nombre de un portal de información digital construido en torno a la reputación de la conductora de radio (momentáneamente sin radio); Gutiérrez Vivó era capaz de modificar los flujos de tráfico gracias a la credibilidad que merecían sus reportes viales.
Los periodistas de renombre terminan siendo una especie de notario público de los hechos sociales. Dan fe ante la opinión pública de que las cosas sucedieron como ellos las describen, de la misma manera que uno confía que la escritura de un propiedad contiene el nombre del dueño y un domicilio fidedigno porque el documento porta un sello notarial.
La manera en que cada periodista o medio de comunicación se gana el privilegio de “ser creído” por un público más menos vasto, varía en cada caso. Pedro Ferriz lo consiguió mediante un estilo coloquial y campechano, cargado de sentido común aparente, y una habilidad indudable para explotar la exasperación del ciudadano derivada de la corrupción y la burocracia; pero eso sí, asegurándose siempre de atacar al funcionario de segundo nivel, al político caído en desgracia, nunca al soberano fuese estatal o nacional. Logró convertirse en líder de audiencia en ciudades del interior del país por su tono aparentemente crítico, aunque hiciera programas patrocinados por el gobernador de la entidad.
El caso de Gutiérrez Vivó obedece a otros motivos. Se convirtió en autoridad sobre la vida metropolitana gracias a su exhaustiva cobertura de las calles del Distrito Federal. La flotilla de motos, autos e incluso helicópteros desplegados en las primeras horas de cada mañana lo convirtieron en el verdadero monitor de la vida urbana en las últimas dos décadas del siglo pasado. A medida que adquirió fuerza propia sus puntos de vista se fueron independizando de las versiones oficiales, hasta convertirse en un referente incómodo para el poder.
Jacobo Zabludovsky es el Darth Vader de la información en México; el Walter White en sentido inverso; el Dr. Jakyll y Mister Hyde de las noticias en la historia contemporánea del país. De representante y vocero del Imperio a detractor del emperador. En ambas facetas fue un profesional puntilloso, muy trabajador, culto. Su estilo sobrio valió lo mismo para un barrido que para un regado, pero en ambos papeles fue sumamente eficaz; como Mae West, cuando fue buena fue muy buena, cuando fue mala fue peor. No voy a juzgar a Zabludovsky luego de la profusa cantidad de obituarios vertidos en los últimos días. Lo critiqué cuando fue esbirro de Televisa y celebré su micrófono crítico cuando se independizó. Pero sí creo que le faltó a él mismo hacer un deslinde con su pasado y ofrecer al público, a su público, una explicación. A nadie puede negársele una segunda oportunidad, pero tampoco podemos vivir como si el pasado no existiera.

El caso de Carmen Aristegui es distinto. Profesionalmente ella nació libre e independiente, al principio haciendo mancuerna con Javier Solórzano. No es el caso de Jacobo ni el de Gutiérrez Vivó que se hicieron críticos a medida que conquistaron autonomía y fuerza propia. Carmen es la que es desde el principio (obviamente con mayor experiencia y oficio al pasar los años). Su capacidad para generar confianza y credibilidad le fueron abriendo espacios y micrófonos cada vez más importantes hasta convertirse en la periodista más influyente del país. En mi opinión su éxito tiene que ver con varias razones, pero destaco tres: una obsesión auténtica por los entresijos de la vida pública como pocas veces he visto (una periodista 24/7); una honestidad a toda prueba para resistir las los elogios o presiones del poder; una empatía genuina con las causas de los desprotegidos pero un respeto aún mayor por su convicción de que los hechos deben hablar por sí mismos. Por eso es que Carmen hace periodismo de dossier: notas larguísimas de veinte minutos para profundizar en un caso, en lugar de optar, como hacen otros, por un editorial sumario y condenatorio que zanja las cosas en dos minutos (en detrimento de la información).

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